domingo, 21 de junio de 2009

FELIZ DIA DEL PADRE FORKISIANO











Con mucha alegría y buen júbilo se celebró el día del Padre Forkisiano, el cual nos engalanó con la presencia de los padres con sus respectivas esposas e hijos lo cual nos demuestra la importancia de la UNIDAD FAMILIAR que existe en nuestra familia Forkisiana.

Además de ello cabe denotar que los infantes y niños de nuestra I.E.P. reciben una Educación de calidad centrada en el respeto, el cumplimiento de valores, en la persona, en la responsabilidad de padres e hijos con el fin de lograr unir el lazo familiar en ese trinomio:
PROFESOR,
PADRE DE FAMILIA, ALUMNOS (AS).
Con el fin de lograr niños y niñas con Competencias y capacidades que se le sirvan como herramientas útiles para afrontar los diferentes retos que les depara su aprendizaje a lo largo de su vida escolar.
Además de ello se rescata la esencia, el cariño maternal, fraternal y amoroso por parte de la Sra. Directora Rosa Elva Suyon Mío y el Personal que labora en cada una de las áreas educativas, talleres y los diferentes profesionales que están al servicio de nuestra I.E.P. para atender de una manera personalizada a cada uno de los niños y niñas que forma parte de la nuestra familia Forkisiana.

POR EL DÍA DEL PADRE CON MUCHO CARIÑO





Por lo que expresa en esta fecha tan importante como lo es el día del padre con este capítulo bíblico:
Cómo tener una vida familiar feliz
¿Qué hace falta para ser un buen esposo?
¿Cómo puede cumplir la esposa con su papel?
¿Qué implica ser un buen padre o una buena madre?
¿Cómo pueden ayudar los hijos a que la familia sea feliz?
JEHOVÁ DIOS desea que las familias sean felices. Por eso, en su Palabra, la Biblia, ofrece pautas a cada uno de sus miembros y explica lo que espera de ellos. Cuando se siguen sus consejos, se obtienen muy buenos resultados. Como dijo Jesús: “¡Felices son los que oyen la palabra de Dios y la guardan!” (Lucas 11:28).
Para tener una vida familiar feliz, debemos reconocer que fue Jehová quien creó la familia. Jesús mismo dijo que Dios es nuestro “Padre” (Mateo 6:9). En efecto, todas las familias de la Tierra existen gracias a nuestro Padre celestial, y por eso él sabe lo que las hace felices (Efesios 3:14, 15). Pues bien, según la Biblia, ¿qué espera Dios de cada miembro de la familia?


EL ORIGEN DIVINO DE LA FAMILIA
Jehová creó a los dos primeros seres humanos, Adán y Eva, y los unió en matrimonio. Les dio como hogar un hermoso paraíso terrestre —el jardín de Edén— y les mandó que tuvieran hijos. Les dijo: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra” (
Génesis 1:26-28; 2:18, 21-24). Este relato no es un cuento ni una leyenda. Jesús mostró que la explicación que da el libro de Génesis sobre el comienzo de la vida familiar es cierta (Mateo 19:4, 5). Ahora tenemos muchos problemas y la vida no es como Dios quería al principio, pero aun así es posible que las familias sean felices. Veamos por qué.
Todos podemos poner de nuestra parte para que nuestra familia sea feliz. Para ello, debemos imitar a Dios y demostrarnos amor (
Efesios 5:1, 2). Pero ¿cómo vamos a imitar a Dios, si ni siquiera lo vemos? Aunque es cierto que no lo vemos, podemos saber cómo actúa, ya que envió a su Hijo primogénito a la Tierra (Juan 1:14, 18). Este Hijo, Jesucristo, imitó tan bien a su Padre celestial que ver y escuchar a Jesús era lo mismo que estar con Jehová y escucharlo (Juan 14:9). Así que todos podemos contribuir a que nuestra vida familiar sea más feliz si nos fijamos en el amor que demostró Jesús y seguimos su ejemplo.


EL MODELO PARA LOS ESPOSOS


La Biblia dice que el hombre debe tratar a su mujer tal como Jesús trató a sus discípulos. Fíjese en este mandato bíblico: “Esposos, continúen amando a sus esposas, tal como el Cristo también amó a la congregación y se entregó por ella [...]. De esta manera los esposos deben estar amando a sus esposas como a sus propios cuerpos. El que ama a su esposa, a sí mismo se ama, porque nadie jamás ha odiado a su propia carne; antes bien, la alimenta y la acaricia, como también el Cristo hace con la congregación” (Efesios 5:23, 25-29).
El amor que Jesús mostró a su congregación, es decir, a sus seguidores, es un ejemplo perfecto para los esposos. Aunque los discípulos eran imperfectos, Jesús “los amó hasta el fin”, pues sacrificó su vida por ellos (Juan 13:1; 15:13). Por eso a los casados se les pide que “sigan amando a sus esposas y no se encolericen amargamente con ellas” (Colosenses 3:19). ¿Qué ayudará al esposo a poner en práctica este consejo, sobre todo si a veces su mujer no actúa con buen juicio? Recordar que él también comete errores y que para que Dios lo perdone debe hacer algo. ¿De qué se trata? Debe perdonar primero a los que pecan contra él, lo que incluye a su esposa. Por supuesto, ella tiene que hacer lo mismo (Mateo 6:12, 14, 15). Por esa razón se dice que un matrimonio feliz es la unión de dos personas que saben perdonar.
Los esposos también deben fijarse en que Jesús fue siempre considerado con sus discípulos. Tuvo en cuenta sus limitaciones y sus necesidades físicas. Por ejemplo, en una ocasión en la que estaban cansados les dijo: “Vengan, [...] en privado, a un lugar solitario, y descansen un poco” (Marcos 6:30-32). La esposa merece la misma consideración. La Biblia se refiere a la mujer con la expresión “un vaso más débil” —lo que quiere decir que es un ser más delicado— y manda al esposo que le dé “honra”. ¿Por qué? Porque tanto él como ella recibirán por igual el “favor inmerecido de la vida” (1 Pedro 3:7). Los esposos deben recordar que lo que nos hace valiosos a los ojos de Dios no es el hecho de que seamos hombres o mujeres, sino de que seamos fieles (Salmo 101:6).
La Biblia dice que el hombre que “ama a su esposa, a sí mismo se ama”. La razón es que “ya no son dos, sino una sola carne”, como señaló Jesús (Mateo 19:6). Por lo tanto, los casados solo deben demostrar interés sexual en su pareja (Proverbios 5:15-21; Hebreos 13:4). Para lograrlo, cada uno de ellos debe preocuparse por satisfacer las necesidades del otro, y no solo las suyas (1 Corintios 7:3-5). Es interesante que se diga que “nadie jamás ha odiado a su propia carne; antes bien, la alimenta y la acaricia”. El esposo debe amar a su esposa como se ama a sí mismo y debe recordar que tendrá que rendir cuentas a su cabeza, Jesucristo (Efesios 5:29; 1 Corintios 11:3).
El apóstol Pablo mencionó el “tierno cariño [...] de Cristo Jesús” (Filipenses 1:8). La ternura de Jesús hacía sentir bien a los demás. A sus discípulas les resultaba muy agradable la manera como las trataba (Juan 20:1, 11-13, 16). Del mismo modo, las mujeres casadas sienten la necesidad de que sus esposos les muestren ternura y cariño.


UN EJEMPLO PARA LAS ESPOSAS

Como toda organización, la familia necesita que alguien la dirija para funcionar bien. Hasta Jesús tiene alguien que está por encima de él y a quien se somete. “La cabeza del Cristo es Dios”, tal como “la cabeza de la mujer es el varón” (1 Corintios 11:3). Jesús siempre se somete a su Cabeza, Dios. De esa manera nos da un buen ejemplo, porque todos tenemos un cabeza a quien debemos someternos.
Debido a la imperfección, los esposos cometen errores y en muchas ocasiones no son cabezas de familia ideales. ¿Cómo debe reaccionar la esposa en esos casos? No debe hablar con desprecio de su marido ni intentar dirigir la familia. Tiene que recordar que Dios valora mucho el espíritu tranquilo y apacible (1 Pedro 3:4). Si tiene esa actitud, le costará menos trabajo ser sumisa a su esposo, incluso en las situaciones más difíciles. Además, las Escrituras dicen: “La esposa debe tenerle profundo respeto a su esposo” (Efesios 5:33). Pero ¿y si él no acepta a Cristo como su cabeza? La Biblia les aconseja a las casadas: “Estén en sujeción a sus propios esposos, a fin de que, si algunos no son obedientes a la palabra, sean ganados sin una palabra por la conducta de sus esposas, por haber sido ellos testigos oculares de su conducta casta junto con profundo respeto” (1 Pedro 3:1, 2).
¿Por qué fue Sara un buen ejemplo para las esposas?
En ocasiones puede que la esposa no esté de acuerdo con su marido, sea cristiano o no. Pero si le expresa su opinión con tacto, no le estará mostrando falta de respeto. Puede que ella tenga razón y que toda la familia se beneficie si él le hace caso. La Biblia relata que Sara le recomendó a su esposo, Abrahán, una solución práctica para un problema que tenían en su hogar. Aunque a él no le gustó la idea, Dios le dijo: “Escucha su voz” (
Génesis 21:9-12). Sin embargo, cuando el esposo toma una decisión final que no va en contra de las leyes divinas, la esposa se somete a su autoridad y apoya su decisión (Hechos 5:29; Efesios 5:24).
La labor de la esposa es fundamental para que la familia esté bien atendida. Por ejemplo, la Biblia les dice a las casadas que “amen a sus esposos, amen a sus hijos, sean de juicio sano, castas, trabajadoras en casa, buenas, sujetas a sus propios esposos” (Tito 2:4, 5). La esposa y madre que así lo hace se gana el cariño y el respeto de su familia (Proverbios 31:10, 28). Sin embargo, todos los matrimonios están formados por personas imperfectas. Por eso, puede que en algunas situaciones extremas terminen separándose o divorciándose. La Palabra de Dios permite la separación en ciertos casos. Pero nadie debe tomar el asunto a la ligera, pues la Biblia aconseja: “La esposa no debe irse de su esposo; [...] y el esposo no debe dejar a su esposa” (1 Corintios 7:10, 11). Además, las Escrituras solo autorizan el divorcio si uno de los miembros de la pareja ha cometido fornicación, es decir, inmoralidad sexual (Mateo 19:9).


UN EJEMPLO PERFECTO PARA LOS PADRES

Jesús dio a los padres el ejemplo perfecto de cómo tienen que tratar a sus hijos. Cuando algunas personas quisieron impedir que los pequeños se le acercaran, Jesús les dijo: “Dejen que los niñitos vengan a mí; no traten de detenerlos”. La Biblia relata que a continuación “tomó a los niños en los brazos y empezó a bendecirlos, poniendo las manos sobre ellos” (Marcos 10:13-16). En vista de que Jesús pasó tiempo con los niños, ¿no cree que usted debería hacer lo mismo con sus hijos? Ellos necesitan que usted les dedique mucho tiempo, no solo unos pocos ratos. Es fundamental que saque tiempo para enseñarles, pues así lo manda Jehová a los padres (Deuteronomio 6:4-9).
¿Qué pueden aprender los padres del modo como Jesús trató a los niños?
Vivimos en un mundo cada vez más malvado. Por eso, los hijos necesitan que sus padres los protejan de quienes traten de hacerles daño, por ejemplo, quienes quieran abusar sexualmente de ellos. Jesús protegió a sus discípulos, a quienes llamó de forma cariñosa “hijitos”. Cuando lo arrestaron, poco antes de que lo mataran, buscó la manera de que ellos pudieran escapar (Juan 13:33; 18:7-9). Si usted es padre o madre, esté pendiente de cualquier cosa que el Diablo intente hacer para perjudicar a sus hijos. Además, adviértales de los peligros (1 Pedro 5:8).* Nunca ha estado tan amenazado el bienestar físico, espiritual y moral de los niños como en nuestros días.
La noche antes de que Jesús muriera, sus discípulos discutieron sobre quién era el más importante. En vez de enojarse con ellos, Jesús los corrigió cariñosamente tanto de palabra como con el ejemplo (Lucas 22:24-27; Juan 13:3-8). Si usted tiene hijos, ¿cómo puede imitar a Jesús cuando los corrige? Es verdad que ellos necesitan que usted los discipline, pero solo debe hacerlo “hasta el grado debido” y nunca con furia. Piense siempre antes de hablar para que sus palabras no los hieran como “las estocadas de una espada” (Jeremías 30:11; Proverbios 12:18). Debe aplicar la disciplina de tal forma que el niño después entienda que fue lo mejor para él (Efesios 6:4; Hebreos 12:9-11).


UN MODELO PARA LOS HIJOS

¿Pueden los hijos aprender algo de Jesús? Claro que sí. Él demostró con su ejemplo que los hijos deben obedecer a sus padres. Dijo: “Hablo estas cosas así como el Padre me ha enseñado [...], porque yo siempre hago las cosas que le agradan” (Juan 8:28, 29). Tal como Jesús fue obediente a su Padre celestial, también los hijos deben hacer caso a sus padres. De hecho, así se lo manda la Biblia (Efesios 6:1-3). Aunque Jesús fue un niño perfecto, obedeció a sus padres humanos, José y María, que eran imperfectos. Sin duda, eso contribuyó a que toda la familia fuera feliz (Lucas 2:4, 5, 51, 52).
¿Cómo pueden los hijos parecerse más a Jesús y hacer felices a sus padres? Una manera es obedeciéndolos. Aunque a veces les cueste trabajo, eso es lo que Dios desea que hagan (Proverbios 1:8; 6:20). Jesús siempre obedeció a su Padre celestial, hasta en las situaciones más difíciles. Cuando llegó el momento de que hiciera algo muy difícil que Dios le había mandado, le dijo: “Remueve de mí esta copa”. Es decir, le pidió que lo librara de cumplir aquel requisito. Aun así, hizo la voluntad de Dios, porque se daba cuenta de que su Padre sabía qué era lo más conveniente (Lucas 22:42). Los hijos que aprenden a ser obedientes hacen muy felices tanto a sus padres como a Jehová, su Padre celestial (Proverbios 23:22-25).
¿En qué deben pensar los jóvenes cuando estén frente a una tentación?
El Diablo tentó a Jesús, y podemos estar seguros de que también tentará a los jóvenes para que hagan cosas malas (Mateo 4:1-10). Por ejemplo, pudiera utilizar la presión de los compañeros, pues sabe lo difícil que es resistirla. Por lo tanto, es fundamental que los jóvenes eviten las malas compañías (1 Corintios 15:33). Tenemos el caso de Dina, la hija de Jacob: ella se juntó con personas que no adoraban a Jehová, y eso terminó causando muchos problemas (Génesis 34:1, 2). Joven, ¿te has puesto a pensar en cuánto sufre toda la familia cuando uno de sus miembros cae, por ejemplo, en la inmoralidad sexual? (Proverbios 17:21, 25.).


EL SECRETO DE LA FELICIDAD FAMILIAR

Cuando surgen problemas en el hogar, es más fácil resolverlos si se siguen los consejos de la Biblia. De hecho, como ya hemos visto, poner en práctica esos consejos es el secreto de la felicidad familiar. Así pues, esposos, amen a su esposa y trátenla como Jesús trató a su congregación. Esposas, sométanse a la autoridad de su esposo e imiten a la esposa ejemplar de Proverbios 31:10-31. Padres, eduquen a sus hijos (Proverbios 22:6). Cabezas de familia, “presida[n] su propia casa excelentemente” (1 Timoteo 3:4, 5; 5:8). Por último, hijos, obedezcan a sus padres (Colosenses 3:20). Ningún miembro de la familia es perfecto; todos cometen errores. De modo que seamos humildes y pidamos perdón a los demás.
Sin duda alguna, la Biblia contiene muchísimos consejos valiosos para la vida familiar. Además, nos habla del nuevo mundo de Dios y del Paraíso terrestre que estará lleno de siervos felices de Jehová (Revelación [Apocalipsis] 21:3, 4). ¡Qué futuro tan maravilloso nos espera! Pero aun ahora podemos disfrutar de una feliz vida familiar si seguimos las instrucciones que Dios nos da en su Palabra, la Biblia.

Esperando que estos pasajes bíblicos que enseñó nuestro Gran Maestro Jesucristo para cada uno de nosotros (esposo y esposa), nos pueda servir para mejorar nuestras actitudes el cual redunde en nuestra felicidad familiar.
Ahora veamos algunas tomas fotográficas…













































ATENTAMENTE,

ROSA ELVA SUYON MÍO
DIRECTORA